lunes, 19 de septiembre de 2016

Veranos adolescentes (IV). ¿Frikis o Popus?





El verano se acaba y la vuelta al Insti es percibida por ellos y ellas con cierta ambivalencia. La curiosidad por los rencuentros se mezcla con alguna inquietud por todo aquello que huele a incertidumbre. Los profes, los exámenes cuando lleguen, pero sobre todo los amigos y amigas. Las dudas sobre el papel que le espera a cada uno en ese nuevo curso.

El pánico hoy, para muchos adolescentes, es permanecer invisibles y marginados de la pandilla, virtual o presencial. Que nadie se fije en ellos, que queden situados en el bando de los frikis o pringaos, esos que nunca recibirían un like ni optarían jamás al título de popus y menos al de superpopus.

Para conjurar ese temor cada uno debe buscar sus alianzas, y en caso de conflicto estar atento para no terminar siendo objeto de acoso o burla, confundido en esa tribu de excluidos. 

Esos temores están directamente relacionados a la cohabitación que todos tienen que lograr con su nuevo cuerpo púber. Si hasta entonces el cuerpo infantil funcionaba por defecto, ahora hay que manipularlo para domesticar esos signos extraños que no para de enviar: temblores, excitaciones, escalofríos, molestias y decepciones por sus formas y volúmenes…Para hacerse con ese cuerpo hay que manipularlo con lo que se tiene a mano: tatuajes, dieta, gimnasia, alcohol, porros, ropa, peinados.

A veces esas formulas fallan

lunes, 12 de septiembre de 2016

Veranos adolescentes (III). ¿Violentos o Agresivos?






La Vanguardia, 18/08/2016


Las noches de verano traen la música, y con ella las fiestas y los momentos de desinhibición y transgresión de la rutina anual. En todas las culturas el ritual de la fiesta incluía alguna manifestación de la fuerza física, sea en forma de peleas o como demostración de potencia. La tradicional fiesta del Palio de Siena, o muchos bailes en Valonia, terminan con enfrentamientos rituales entre los participantes.

Agresividad y violencia se mezclan hasta el punto de confundirse. La agresividad se presenta como una potencialidad del individuo que, según las teorías, puede estar ligada a lo instintual/genético o al entorno de aprendizaje del sujeto. La violencia, por el contrario, es un fenómeno social que se manifiesta en acto y que se relaciona con un discurso que la articula y la alimenta. Puede dirigirse a uno mismo, al otro o a los objetos.

El psicoanalista Jacques Lacan inventó un concepto - común a ambos- más interesante, que es el de “goce”. Designa el hecho de que nuestros cuerpos, habitados y marcados por el lenguaje, no pueden dejar de satisfacerse y para ello están en pleno funcionamiento constantemente.

Cuando no encontramos cómo traducir en nuestra lengua las sensaciones corporales diversas que experimentamos (tristeza, rabia, pánico, angustia, dolor) se produce la violencia como un paso al acto bajo sus diferentes modalidades: 


lunes, 5 de septiembre de 2016

Veranos adolescentes (II). Petas y botellón





“Cuando bebo me salgo. Es como si no fuera yo, salto, rio, cuento chistes. Tío, no me reconozco” (Juan, 16 años). “La primera vez que fume un peta flipe, me puse a reír y pensaba que estaba en otra ciudad, no sabía dónde pero era otro sitio que no conocía” (Laia, 18 años)

Ser púber quiere decir tener otro cuerpo, distinto al infantil. Un cuerpo nada silencioso, muy ruidoso y muy exigente. Hay que manipularlo para domesticarlo: tunearlo, vestirlo guay, muscularlo, adelgazarlo y por qué no intoxicarlo. Todo para hacerlo suyo y evitar que se escape y haga signos raros. Evitar que les “ralle” cuando va por libre.

Ese cuerpo es otro porque ellos mismos habitan también un nuevo territorio desconocido y que tienen que explorar. Como les ocurre a Juan o Laia, y tantos otros y otras, beber o fumar es un modo de iniciarse en el mundo adulto.

Exploran ese nuevo hábitat al modo de los ritos tradicionales, aunque las formas cambien. 

Primero hay que separarse del mundo infantil del que vienen: cambiar los objetos y juguetes de niño por los que los adultos usan (alcohol, drogas varias, moto) y apartar a un lado a los padres (habitación cerrada, intimidad en sus comunicaciones) para creerse que ya no los necesitan.

Luego hay que exponerse a las pruebas, que siempre implican riesgos, para verificar la potencia, saber si darán la talla o no: viajes solos, conductas de riesgo, consumos, peleas o transgresiones.

Finalmente, superado el desafío, obtienen su nueva identidad adulta: sexual y social. Erasmus, trabajo, pareja son algunos signos de esa nueva etapa.

Lo nuevo es que hoy el ideal social implica demostrar que uno va a tope, que goza al máximo porque su cuerpo funciona como si fuera una máquina en todos los ámbitos: sexo, fiesta, trabajo, deporte.



lunes, 29 de agosto de 2016

¿Por qué abrazar nos resulta terapéutico?










La Vanguardia. Tendencias, 21/08/2016



Dios ha muerto. Ergo, todo está permitido. Esta parecía ser la promesa de la liberación sexual de los sesenta. Ya nada ni nadie impediría que gozáramos de nuestros cuerpos libremente. Aquí la cosa llegó, como otras muchas, un poco más tarde y le llamamos destape. 

Pasada la euforia inicial, y como ocurre con la pasión, las aguas volvieron a su cauce pero con una novedad. Ahora que Dios había  muerto, estábamos obligados a gozar y, de paso, a mostrar ese goce con todo lujo de detalles. La intimidad a cielo abierto devino un imperativo de transparencia máxima. La sociedad digital se basa en ese “compartirlo todo”, como si la vida misma fuera un reality show.

Ese goce obligatorio impone sus exigencias de funcionamiento y para ello disponemos de ayudas varias como estimulantes, ciberporno y todo tipo de apps de contactos para que la pasión no decaiga. Un sujeto hipermoderno que se precie debe, como mínimo, conocerlas e incluso tener cierto uso. Los datos actuales de consumo de porno online, estimulantes sexuales o uso de apps de citas no dejan lugar a dudas sobre su función.

La paradoja es que en esa carrera por el sexo-máquina, por contabilizar y evaluar los resultados,  empezaron a aparecer objetores de conciencia. Gentes que preferían abrazarse sin sexo mediante. Sentir el cuerpo del otro, tomarlo como un reconocimiento y como signo de amor. Pensar que el otro les daba un lugar que no pasaba por la satisfacción sexual. Que podrían privarse del goce sexual para obtener otros beneficios. Eso les resultaba terapéutico.


jueves, 4 de agosto de 2016

Veranos adolescentes (I). Relatos sexuales





Lo sexual es placentero pero también tiene algo de traumático, cuando surge como algo nuevo que no acabamos de entender. Esa primera vez que sentimos una mezcla de hormigueo, cosquilleos, angustia, excitación y dolor nos inquietamos. Muchas veces no es lo que esperábamos, lo habíamos imaginado distinto, a veces más lento, otras más amoroso, más placentero…

Lo traumático del asunto es que no tenemos todas las explicaciones ni todas las instrucciones, y no nos queda otra que improvisar y a veces podemos, incluso, llegar tarde.

La clave, desde los relatos morales de Martin-Vigil en los 70 hasta After, el reciente éxito de Anna Todd, está en construir un relato

lunes, 1 de agosto de 2016

Esperar, pensar, crear





¿Por qué nos resulta tan difícil esperar y lo queremos todo ya?


La Vanguardia, 28/7/2016

Nuestra civilización es, sin duda, la de la instantaneidad y la prisa como el modo en que los sujetos modernos viven su tiempo. Nos domina la cultura del just in time, tan presente en toda la retórica del consumo (“¡¡no esperes a pagarlo, disfrutalo ya!!”) y de los avances tecnológicos (“la información en tiempo real”) como una aportación específica de este nuevo siglo, marcado por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

Esta instantaneidad no es sólo un efecto virtual y tecnológico, también lo captamos en las formas de satisfacción más cotidianas (comida rápida, viajes acelerados, acumulación de gadgets, zapping). Lo cual no deja de crear, a la vez, sus propias patologías: accidentes de tráfico, aumento de las muertes por infartos, cuadros de estrés y de hiperactividad, pasajes al acto violentos o de riesgo. Se trata, pues, de una nueva relación del sujeto a este nuevo tiempo hiperactivo en el que la espera parece un anacronismo y una pérdida insoportable.

lunes, 25 de julio de 2016

La rabia. Masacre en Munich





La Vanguardia. Internacional, 24/07/2016

Entender las razones que llevan a un joven de 18 años a asesinar a sangre fría a otros jóvenes no es fácil. Sobre todo cuando él no puede explicarlas porque ha decidido a continuación suicidarse. En este caso tenemos algunos datos que nos permiten formular, con prudencia, algunas hipótesis para tratar de explicarnos el sinsentido de esta matanza. Datos policiales y lo que equivaldría a la carta del suicida: la conversación que mantuvo con un vecino mientras disparaba, y que éste difundió posteriormente por las redes sociales.

En esa conversación Ali Sonboly le confiesa que él fue acosado durante siete años y la policía informa que sufrió también un ataque donde fue golpeado, hace algún tiempo, por unos jóvenes delincuentes.
 
Este último dato tendría poco valor si no fuera en el contexto de una humillación larga y continuada como es la que sufren las víctimas del bullying. Sus secuelas son evidentes y sabemos que dejan huellas indelebles. Algunas toman la forma de una depresión....

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