martes, 26 de junio de 2012

NUEVOS PARADIGMAS EN LA RELACION ASISTENCIAL



José Ramón Ubieto




Papeles del Psicólogo, 2012. Vol. 33(2), pp. 101-108 http://www.papelesdelpsicologo.es/

La coyuntura actual, marcada por una fuerte crisis del sistema, económica pero sobre todo crisis de confianza que abarca todos los ámbitos (política, finanzas, convivencia social), ha exacerbado la emergencia de nuevos paradigmas en la relación asistencial.
No se trata de una novedad, fruto de la situación actual, ya que el proceso de transformación de la relación asistencial en los diferentes ámbitos (clínico, social, educativo) viene de antiguo, pero la crisis actual lo ha desvelado de una manera más cruda.
El modelo de la modernidad, en el campo de la salud, pasaba por la relación privilegiada entre el paciente y el clínico definido como especialista de la salud: médico, psiquiatra, psicólogo. Era un encuentro fundado en una autoridad absoluta del profesional en lo referente al tratamiento del malestar, autoridad que reposaba en una suposición del paciente sobre su saber. De esa suposición se derivaba la confianza de unos y el secreto profesional del otro como parte intrínseca de ese dialogo privado e intimo.


La postmodernidad agudiza algunas de las contradicciones y paradojas ya incluidas en el propio programa ilustrado. Una de ellas deriva de la consideración de los derechos del individuo como valor princeps, lo cual mina esa autoridad, hasta entonces absoluta, del profesional, que ya no alcanza para hacerse cargo en exclusiva del tratamiento del malestar. Su saber se relativiza y se pone en tensión con otros saberes en juego: la psicología primero, pero también la educación y lo social, y es por eso que el ideal de salud se entiende, a partir de entonces, en los tres registros: biopsicosocial. Ideal que se asemeja más a un multiculturalismo profesional que a un enfoque suficientemente fundamentado (Gabbard y Kay, 2002).

Un nuevo paradigma en la relación asistencial

Finalizada la primera década de este Siglo XXI podemos decir que esa tendencia “individualista”, junto a las falsas promesas del cientificismo, constituyen la base más firme de la nueva relación asistencial cuyas características y consecuencias podemos ya vislumbrar con claridad.

Un primer rasgo evidente es la desconfianza del sujeto (paciente, usuario, alumno) hacia el profesional al que cada vez le supone menos un saber sobre lo que le ocurre (y por eso se ha institucionalizado la segunda opinión) y del que cada vez teme más se convierta en un elemento de control y no de ayuda. Las cifras actuales sobre las manifestaciones de protesta subjetiva a las propuestas médicas, que incluyen el boicot terapéutico (rechazo de lo prescrito), la falta de adherencia al tratamiento o los episodios de violencia en centros sanitarios o sociales son un claro signo de esta pérdida de la confianza en la relación asistencial (Serra, 2010). Sin olvidar fenómenos de fraude o engaño, por parte de una minoría de pacientes, que se oponen así, obteniendo un beneficio secundario, a la imposición de una lógica de control, tendencia en aumento en la relación asistencial.

Un segundo rasgo lo encontramos en la posición defensiva de los propios profesionales que hacen uso, de manera creciente, de procedimientos preventivos ante posibles amenazas o denuncias de sus pacientes. El miedo se constituye así en un resorte clave que condiciona la práctica asistencial y cuyas consecuencias, como veremos a continuación, no son banales.

El tercer rasgo nos muestra una de esas consecuencias: la pérdida de calidad y cantidad del vínculo clínico-paciente. Ese dialogo al que nos referíamos antes, basado en la escucha de la singularidad de cada caso, y que requería un encuentro cara a cara, con cierta constancia y regularidad, se ha transformado en un encuentro, cada vez más fugaz, de corta duración y siempre con la mediación de alguna tecnología (pruebas, ordenador, prescripción). El estilo “asistencial” que describe Berger, a propósito del médico rural John Sasall (“Un hombre afortunado”, Alfaguara)., queda ya como una reliquia si lo comparamos con el protocolo actual de visita en la atención primaria, en la que el médico presta más atención a los requerimientos del aplicativo informático que a la escucha del propio paciente, al que apenas mira.

El cuarto rasgo, correlativo del anterior, es el aumento notable de la burocracia en los procedimientos asistenciales. La cantidad de informes, cuestionarios, aplicativos, que un  especialista psi debe rellenar superan ya el tiempo dedicado a la relación asistencial propiamente dicha. Y todo ello sin que el beneficio de esos procedimientos esté asegurado, como veremos más adelante.

Estas características configuran una nueva realidad marcada por una pérdida notable de la autoridad del profesional, derivada de la sustitución de su juicio propio (elemento clave en su praxis) en detrimento del protocolo monitorizado, una reducción del sujeto atendido a un elemento sin propiedades específicas (homogéneo), y que responde con el rechazo ya mencionado (boicot y violencia), y una serie de efectos en los propios profesionales diversos y graves: burn- out, episodios depresivos recurrentes, mala praxis (Soares, 2010).

Autoridad debe entenderse aquí a partir de su etimología (auctoritas) que deriva de autor, aquel que es capaz de invención, de entendimiento y resolución de problemas, no el que basa su acto en el ejercicio del poder (potestas).



martes, 19 de junio de 2012

Padres al sol*


José R. Ubieto. Psicólogo clínico y psicoanalista


Un dato novedoso del impacto de la crisis es que los más afectados, junto a los niños, son hombres jóvenes y de mediana edad con hijos a cargo. “Hombres al sol” que enfrentan un futuro incierto, a veces con respuestas –en aumento- de carácter violento y/o depresivas importantes, que pueden llegar en algunos casos al suicidio. En la clínica privada y pública constatamos también el incremento, en los últimos meses, de las consultas de estos sujetos inestables, carentes de la salud que Freud atribuía a la “capacidad de amar y trabajar”.

Françoise Sagan, en sus novelas Adiós tristeza y Una cierta sonrisa  (mediados de los 50’s) ya anunciaba este declive de lo viril y su reemplazo por una nueva masculinidad basada en la igualdad hombre – mujer. ¿Cómo caminar entonces hacia ese horizonte unisex? Una vía, elegida por muchos hombres, es la del ideal de una nueva paternidad que se ofrece como el buque insignia de las transformaciones de la masculinidad. Se presenta, además, como la “solución” a la guerra de los sexos ya que aquí sí hay una armonía (libre de violencia y competencia) que contrarresta la desigualdad de género. No en vano la crisis de la masculinidad va pareja con el declive de la imagen social del padre, avanzada por Jacques Lacan (1938).

Se trata de una paternidad igualitaria, distinta de la tradicional, donde los hombres “comparten el polvo” (lema de la campaña de igualdad que en 1998 promovió la Diputación provincial de Córdoba) y eso incluye también el trabajo domestico y la crianza. Este “hombre nuevo” debe hacer el duelo por la pérdida de la autoridad tradicional y obtener su nueva ganancia a través de los afectos y el cuidado de los hijos. Los datos que los sociólogos nos ofrecen no desmienten esta estrategia pero matizan el alcance real de ese ideal y en la consulta no escasean los casos de padres “agobiados” y desorientados ante este reto.

La crisis actual, con la pérdida de su rol de sustentadores principales de la familia, que en poco tiempo ha pasado del 85% al 50%, abre diversos interrogantes: ¿Cómo ejercer ese nuevo rol masculino y paterno cuando los varones pierden su principal activo, el trabajo y los beneficios obtenidos? ¿Se trata, para recuperarles, simplemente de entrenarles en habilidades y competencias parentales para reinventar su rol y elaborar el duelo de este renovado Adiós al macho? ¿La parentalidad positiva, promovida por la UE, subsume la relación de pareja? ¿Estas nuevas reglas familiares son sólo un asunto privado, a dilucidar entre hombre y mujer?

Cada uno es, sin duda, responsable de sus actos pero las cartas con las que juega la partida de su vida condicionan sus factores de riesgo y protección. Por eso liquidar las formas de solidaridad colectiva, como es el modelo del estado del bienestar, no será sin consecuencias.

Recurrir a la violencia, contra sí mismo o contra la pareja o los hijos es una de ellas. La violencia retorna como salida fallida a una crisis personal, familiar o social. Su aumento es un síntoma que contiene un mensaje al que no podemos ser sordos salvo que queramos condenarnos a su repetición ciega y mortífera.

*Publicado al diario La Vanguardia, Tendencias, miercoles 20 de Junio de 2012

jueves, 14 de junio de 2012

 XARXA D'INNOVACIÓ PEDAGÒGICA


Us convida a la

CONFERÈNCIA COL•LOQUI AMB JOSÉ RAMÓN UBIETO 

"LES ADOLESCÈNCIES D'AVUI I LA SEVA XARXA EDUCATIVA" 

6 de juliol a les 20.00 h. 

Hotel NH Constanza, Sala Barcelona carrer Deu i Mata 69-99, Barcelona. 

AFORAMENT LIMITAT, confirmar assistència:  secretaria@laxip.cat

viernes, 8 de junio de 2012

Temps de crisi, temps de reptes


Diàlegs universitaris Blanquerna

Sota el títol Temps de crisi, temps de reptes la Facultat de Psicologia, Ciències de l’Educació i de l’Esport Blanquerna-URL, va organitzar el passat dia 12 i 17 d’abril els ‘13ns Diàlegs universitaris. El primer, i sota el títol  Crisi i subjecte: impactes i respostes de l’individu” va tenier com a ponents José R. Ramón Ubieto, psicòleg clínic, professor de la Universitat Oberta de Catalunya i col•laborador habitual de La Vanguardia, i el Dr. Lluís Font, exdirector general de Blanquerna-URL i secretari de Polítiques Educatives del Departament d’Ensenyament de la Generalitat. Va moderar el diàleg el Dr. Josep Maria Vila. A continuació un resum de la intervenció de José R. Ubieto


Josep Maria Vila: Als països occidentals, l’actual conjuntura de crisi econòmica i financera té conseqüències socials, polítiques i individuals molt rellevants. La incertesa, les dificultats per trobar respostes i, sobretot, la profunditat social dels seus efectes, mostra la fragilitat dels governs, l’increment de les desigualtats i l’efervescència d’un malestar profund en forma de moviments ciutadans arreu del món. Què en pensen vostès?

José R. Ubieto.- Aquesta crisi, que ens afecta a tots, no ha estat causada per la crisi econòmica de forma directa. Aquesta crisi del subjecte contemporani ja existia abans però la cojuntura actual l’ha fet més visible. Està molt lligada a una manera d’estar al món molt individualista, amb una cerca de la satisfacció a partir d’un mateix evitant l’encontre amb l’altre. I ara ha esdevingut molt més crítica. Potser un signe que ens feia pensar ja fa uns anys que la cosa no anava bé és el qüestionament de l’estat del benestar, que és una idea d’una certa solidaritat, d’afrontar els reptes que té la societat (pobresa, violència, precarietat...) a partir d’un compromís col•lectiu i de redistribució de la riquesa; però quan aquest binomi col•lectiu-individual comença a dissociar-se i pensem que l’individu s’ha de fer l’amo de la seva vida, comencem a entrar en una situació de risc.

Josep Maria Vila: En què es tradueix això?
José R. Ubieto: Hi ha una sèrie de coses que afecten a l’individu i a les famílies. La primera, la més notable, és la pèrdua de la confiança; la confiança és un factor bàsic d’un subjecte, de l’estima de si mateix i també de la convivència. La desconfiança és un actiu tòxic: la desconfiança en els líders polítics, financers, religiosos... Tots estan sotmesos a aquesta desconfiança. Però, a part d’aquesta desconfiança cap als líders, hi ha un factor que us afecta a tots vosaltres, estudiants, molt directament, que és la pèrdua en la confiança en el progrés generacional.  Una generació sempre ha pogut superar l’anterior, ha pogut viure amb més comoditat, amb més projecció però segurament ara hem arribat a un punt en què això ja no és així. La vostra generació probablement tindrà una vida més difícil que la que hem tingut nosaltres, amb menys oportunitats, almenys durant una temporada. Un segon aspecte que voldria destacar és un augment notable de les dependències, de la nostra manera d’estar al món que està marcada per una dependència de molts factors: per exemple una dependència als tòxics, també ha augmentat el consum de cibersexe... Tot això ens està dient que la nostra manera de relacionar-nos amb la realitat cada vegada passa més per aquesta situació de dependència.

Josep Maria Vila: La situació econòmica tampoc permet  massa independència ara entre els joves que volen marxar de casa, per exemple...
José R. Ubieto: Sí, ara ens trobem amb molts joves que havien fet un procés emancipatori i que han de tornar enrera, i no solament joves, si no famílies senceres que han de tornar a casa perquè no poden viure. Aquesta és una pèrdua important perquè vol dir que valors com la privacitat, la intimitat o aquesta mateixa idea de la emancipació ara mateix està en qüestió per moltes persones. Un tercer element és la clínica de la desinserció, és a dir, la situació de  molta gent que ha perdut els vincles, que normalment és un procés: primer es perd el vincle familiar, després el vincle laboral i social i finalment moltes d’aquestes persones acaben al carrer (homeless) amb una situació de gran precarietat. Avui veiem com aquest fenomen està augmentant.

Josep Maria Vila: També ha parlat sovint de la dificultat que hi ara per explicar-nos la realitat.
José R. Ubieto: Sí, observem que hi ha una certa precarietat simbòlica, és a dir, moltes vegades ens manquen les paraules i segurament ens sobren les imatges i els actes. Quan parlem amb joves, sovint veiem com els costa explicar amb paraules allò que els hi està passant perquè la pròpia reflexió està cortocircuitada per altres situacions (sigui per consum, per una situació d’angoixa, etc). I això és correlatiu amb un altre factor que és l’augment de les patologies de l’acte, és a dir, aquelles patologies que estan relacionades amb un acte, un acte que pot ser un consum compulsiu, repetitiu d’un tòxic, una situació d’errància, d’anar pel món sense saber com orientar-se (molts joves sense control parental que estan molt desorientats i comencen a fer aquestes “fugues” de la realitat). Són patologies de l’acte perquè no sempre trobem una subjectivització, una possibilitat d’explicar allò que està passant.


Josep Maria Vila: Ha augmentat les depressions, angoixa, etc?
José R. Ubieto: Nosaltres parlem de les fluctuacions de l’estat d’ànim, estats de depressió-ansietat i, a vegades, fins i tot de pànic. Un índex per copsar aquesta situació és l’augment de la violència als dispositius sanitaris i socials (moltes persones hi arriben en una situació de gran precarietat i no troben una resposta immediata a la seva demanda). Freud deia que la salut psíquica és la capacitat d’estimar i treballar, doncs ara estimar i treballar han esdevingut una tasca complicada, per tant, aquesta inestabilitat de l’individu té molt a veure amb aquesta crisi. Fins i tot ens trobem amb algunes famílies que estan en una situació d’extrema  pobresa amb una afectació als nens, de desprotecció infantil.  Tot això fa augmentar de forma negativa la idea que cadascú es fa d’ell mateix generant-ne una visió molt negativa, d’odi cap a un mateix. El problema és que el tractament d’aquest odi moltes vegades és imputar a l’altre allò que és una dificultat nostra. Un indicador d’aquesta imputació a l’altre és l’augment notable dels actes de violència per part de grups d’extrema, de grups fanàtics.

Josep Maria Vila: La realitat esdevé molt complexa...
José R. Ubieto: La realitat sempre ha estat complexa però ara hi ha dos factors que la fan més difícil: primer, que ja no tenim el llibre blanc, la figura a la qual adreçar-nos per preguntar com es fan les coses (per exemple, fa 40-50 anys, si haguéssim preguntat què és una família, tothom s’hagués rigut, en canvi ara no trobarem dos definicions iguals). Vivim en una època de paradoxes, de pluralitats, la qual cosa no és cap problema però és un règim nou, una situació nova que hem d’abordar de manera diferent.  No hi ha respostes universals. Aquesta és la primera novetat. L’altra novetat és que tota aquesta transformació ha estat feta massa de pressa, aquests canvis s’han produït a una velocitat que no els podem fer nostres, no els podem subjectivar al mateix ritme que s’estan produïnt. L’espai és deslocalitzat i el temps és just in time, hem perdut la capacitat o el temps de l’espera. Quan nosaltres pensem en triar una cosa ens cal un temps per comprendre allò que volem fer . Ara, aquest temps intermig, l’espera (que és un moment psicològic molt important) desapareix perquè, cada vegada més, quan veiem una cosa actuem ràpidament. La instantaneïtat és un element modern, molt afavorit també per les noves tecnologies, que fan que tot pugui circular a una velocitat superior a la que la nostra capacitat mental i subjectiva pot assolir.

Josep Maria Vila: Com afronten aquesta situació els professionals?
José R. Ubieto: A les persones que ens ocupem d’atendre altres persones com a docents, com a psicòlegs, com a treballadors socials ens afecta. I ens afecta perquè també ens posa en crisi; no sabem ben bé com actuar. Fins ara teníem un paradigma clàssic, tradicional que deia que nosaltres teníem un saber i teníem una autoritat que ens la donava l’altre i que formava part de l’uniforme del càrrec (un pare per ser pare ja tenia autoritat, un mestre per ser mestre tenia autoritat...). Allò feia que la cosa funcionés més o menys bé però, ara, aquest model, que tenia un vessant paternalista, ja no funciona perquè l’altre ja no reconeix l’autoritat per si mateix, ara te l’has de guanyar. Hem de triar entre dues maneres d’abordar les problemàtiques: una manera és confiar cegament en el que seria la reingenieria, que és un model que ha tingut molt d’èxit a les organitzacions empresarials i que ha estat importat d’una manera abusiva a les pràctiques de l’atenció a les persones. És la idea que podríem ser més eficients si, enlloc de treballar a partir del model clàssic (del judici, de la valoració), importéssim models de management a l’educació i als serveis d’atenció social. L’altra influència és pensar que podem reduir el subjecte al seu cervell. Evidentment que les neurociències ens aporten moltes novetats i avenços però hem de ser conscients que tot té un límit i que aquests avenços mai no poden substituir quelcom que és fonamental en el subjecte: la seva capacitat de decisió, la seva elecció, el seu raonament.

Josep Maria Vila: I vostè com ho veu?
José R. Ubieto: Us proposo una altra manera de pensar la nostra resposta, que té a veure amb la nostra època. Com ja no tenim la figura carismàtica que ens diu com es fan les coses, ara tenim una altra possibilitat: fer de la conversa, entre els professionals de les disciplines en les quals treballem  i les persones a les qual atenem, un principi rector. És a dir, fer de la conversa la producció, l’elaboració d’un saber, d’unes respostes que ens ajudin a avançar. Tot això no és ciència ficció; fa onze anys que estem duent a terme un projecte, que es diu “Interxarxes”, que aplega professionals de la salut, de salut mental d’educació, d’atenció social, al districte Horta-Guinardó de Barcelona, i treballem amb aquesta metodologia en situacions molt greus, amb joves i nens que tenen problemàtiques de salut mental, de violència, etc. Per tant, la idea és confiar en la nostra capacitat però, sobretot confiar que la nostra capacitat es reforça si comptem amb l’altre.  Aquesta conversa implica una novetat i és que nosaltres partim d’allò que sabem, afrontem allò que no sabem però ho fem amb un altre. La conversa que proposem és cara a cara (no virtual); hem de promoure més la trobada perquè només amb la trobada promovem un altre element que hem de rescatar: l’hospitalitat. Trobada i hospitalitat són dos elements que ens han de guiar en aquesta etapa difícil. Hospitalitat vol dir poder acollir l’altre, les seves dificultats. El nostre sistema actual de salut mental, per exemple, és molt poc hospitalari, i segurament en el sistema educatiu i de serveis socials trobaríem situacions que no són les més hospitalàries, per tant hem de trobar altres fórmules que parteixin d’aquesta idea. Jo crec que apostar per la fórmula de la reingenieria, pensar que hi haurà algú que ens digui què hem de fer i que ens ho dirà d’una manera molt clara (com si fos una guia pràctica molt senzilla per tractar una situació molt complexa) seria tan il•lús com pensar que els responsables financers o els qui han contribuït a promoure la crisi ens treuran d’aquesta crisi. Crec que això no serà així i, per tant, hem de confiar en la nostra capacitat i sobretot en la capacitat que podem generar amb la trobada amb l’altre.


Publicado en La Revista de Blanquerna nº 27. Juny 2012.

martes, 22 de mayo de 2012

Cómo ha cambiado nuestra mirada sobre las enfermedades




El modelo tradicional, en el campo de la salud, pasaba por la relación privilegiada entre el paciente y el clínico definido como especialista de la salud. Era un encuentro fundado en una autoridad absoluta del profesional que decidía, sólo y en calidad de experto, el diagnostico y establecía el tratamiento. El paciente consentía porque le suponía un saber sobre su sufrimiento.

La hipermodernidad exacerba algo que estaba latente: la consideración de los derechos del individuo como valor princeps. Eso mina esa autoridad del profesional, que además no alcanza ya para hacerse cargo en exclusiva del tratamiento del malestar. Su saber se relativiza y se pone en tensión con otras disciplinas: psicología, educación y ciencias sociales. La OMS nombra esta novedad como un nuevo ideal de salud: biopsicosocial.

La segunda opinión y la interconsulta devienen entonces procesos habituales en la atención clínica. A ello se añade la opinión, cada vez más informada, del propio paciente quien también aporta su “diagnóstico”, ahora apoyado en la divulgación online (foros, webs especializadas). Esos pacientes a veces se agrupan en asociaciones de afectados y/o familiares para hacer oír sus reivindicaciones, ayudarse mutuamente e incidir en las decisiones de la administración. También ellos aportan su mirada sobre la enfermedad.

La industria farmacéutica y las aseguradoras participan en esta construcción social de la enfermedad puesto que sus intereses, a veces de dimensiones formidables, están en juego. Intereses nada ajenos al fenómeno del Disease mongering, término con el que se define el esfuerzo que realizan las compañías farmacéuticas para medicalizar situaciones de la vida cotidiana (dolencias no patológicas) con el objeto de incrementar la venta de medicamentos a través de costosas operaciones de marketing (publicidad, visitadores, estudios inducidos, divulgadores carismáticos).

Todo ello hace que la propia administración tome cartas en el asunto y genere sus mecanismos institucionales (agencias de salud pública) al considerar la salud como un factor de la (bio) política.

Esta nueva mirada sobre la enfermedad, más poliédrica y compleja, comporta la confrontación de intereses y tesis divergentes. La polémica surge así como un efecto lógico de esta diversidad y no debiéramos rehuirla ni considerarla como un obstáculo. Más bien la cuestión es cómo tratar esa diferencia de una manera productiva y no estéril.

Una primera propuesta es que ante una situación en la que no existe La buena y única manera, ese one best way simplificado que algunos sueñan, nos queda el recurso a la conversación. Tejer una red entre todos esos actores, que tenga como objetivo establecer una pragmática de la acción, una pauta de actuación que tome en cuenta la articulación de los diferentes elementos: avances científicos, intereses legítimos de los sujetos afectados y los valores democráticos de un estado de derecho, como inspiradores de cualquier política pública.

En ese sentido principios como la pluralidad y el derecho de elección del clínico y/o tratamiento por parte del paciente, deben ser asumidos como garantía de un funcionamiento democrático. No parecería muy lógico y razonable que un gobierno estableciera restricciones a unas prácticas, aceptadas por la comunidad profesional y científica, en aras de los intereses particulares de unos grupos, por poderosos que sean.

domingo, 13 de mayo de 2012

¿Por qué crece el voto a los líderes autoritarios?




LA VANGUARDIA, Internacional / Domingo, 13 de mayo de 2012


José R. Ubieto. Psicólogo clínico y Psicoanalista

Las recientes elecciones en Francia y Grecia, sumadas a las de otros países europeos, muestran a las claras un aumento del voto a las formaciones de extrema derecha, tendencia nada ajena a la crisis actual. Uno de sus efectos, por lo que hace al psiquismo humano, es el sentimiento de vulnerabilidad que puede manifestarse como miedo, incertidumbre o angustia difusa ante el futuro.

Los líderes políticos cumplen un papel fundamental en la creación de significación y por tanto en la orientación de todos aquellos que los escuchan o están bajo su influencia. Cuando estos dirigentes se muestran inseguros y dubitativos ante el futuro, sin un relato creíble que pueda extenderse en el espacio de influencia y en el medio plazo, la perplejidad y desorientación de los ciudadanos aumenta considerablemente.

Pensadores notables como S. Freud o H. Arendt ya captaron este fenómeno y teorizaron sobre el desamparo o el desarraigo como factores de vulnerabilidad del sujeto y resorte potencial de soluciones autoritarias.

Hoy vemos como los gobernantes europeos proponen un menos allí donde los anteriores apostaban por un más. A las promesas y/o a la ostentación anterior sucede un elogio de la austeridad y las privaciones, con el hándicap que estas renuncias no van acompañadas de la certeza de un salida clara ni de un futuro en el que cada uno pueda situarse en mejor posición que la actual. El recurso al saber (tecnocracia), como regulador del caos actual, tampoco parece frenar la voracidad de ese Otro implacable, encarnado en los mercados o las agencias de calificación. Donde antes sobresalía la potencia, ahora luce la impotencia.

¿Cómo generar confianza y reconstruir ese marco simbólico para recuperar el locus control, la percepción de que tenemos dominio sobre lo que nos ocurre? ¿Cómo hacerlo además cuando los líderes dibujan un horizonte en el que ya nada volverá a ser lo que era?

Una primera respuesta la encontramos en el ascenso creciente de líderes autoritarios y de movimientos radicales que se proponen como la solución al ofrecer relatos del presente y del futuro aparentemente más sólidos. Todos ellos identifican claramente al enemigo: inmigrantes, especuladores, políticos “blandos”. A partir de allí plantean acciones contundentes para devolver la seguridad afianzando los rasgos identitarios. Las fundamentan en un pasado (ilusorio) libre de estas incertidumbres y donde los rasgos de pureza eran parte esencial de la identidad colectiva.

Allí donde los otros políticos se muestran maniatados, vacilantes y sin criterio propio, éstos no rehúyen encarnar la función de líderes populares rechazando injerencias externas y transmitiendo la idea de que defenderán lo nuestro en primer lugar, que nunca nos dejaran solos. Ese mensaje hoy resulta atractivo para muchas personas que han perdido lo que tenían y sienten que la sociedad los deja solos ante su precariedad.

Su apoyo electoral no debe tomarse sólo como una opción ideológica. Es sobre todo una respuesta al desamparo en un momento convulso en el que cada uno queda aislado y a la intemperie, como ocurre en un accidente o catástrofe donde la fractura del marco simbólico cuestiona radicalmente la propia identidad, percepción básica para saber dónde estamos y hacia dónde vamos.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Notas sobre el Empowerment


 

Publicado en Colofón 32: "Políticas delirantes", boletín de la Federación Internacional de Bibliotecas del Campo Freudiano (FIBOL), Barcelona, marzo 2012.


Empowerment, traducido por empoderar, dar poder o autorizar a alguien, es uno de esos términos importados de la cultura angloamericana que acaban colonizando diversas prácticas: sociales, psicológicas y políticas.

El término empieza a usarse en la Psicología social a finales de los años 70, promovido por el psicólogo americano J. Rappaport como un intento de superar los límites de otro significante amo de la época: la prevención. Este último concepto, nacido en los 50 y procedente del discurso biomédico, otorgaba un rol relevante a los expertos, encargados de decirles a los sujetos qué debían hacer para evitar la aparición de los problemas (primaria) o bien disminuir sus efectos (secundaria y terciaria). Bajo el paradigma problema-solución, los programas preventivos proliferaban en todas las áreas, desde la salud hasta la seguridad vial. Es también un momento de omnipresencia del estado que en los golden years, posteriores a la segunda guerra mundial, vigila y controla con mano firme los hábitos saludables de sus ciudadanos.

Rappaport propone un cambio de paradigma que implica que los sujetos ganen control y se apoderen (empower) de sus vidas favoreciendo una redistribución de los recursos en detrimento de los expertos y sus normativas. Todo ello en un momento en que el mundo atraviesa una fuerte crisis económica con un cuestionamiento de las propias instancias políticas.

En la década de los 80, y bajo la influencia de la psicología social comunitaria, varios movimientos sociales se apropian del término y lo convierten en un lema de su batalla contra los estereotipos sociales y la desigualdad. Los grupos militantes feministas, las poblaciones de color, las asociaciones de gays y lesbianas son los promotores, en los EEUU, del empowerment como arma de combate. Algo más tarde el término, traducido como empoderamiento, se hará presente en el trabajo social latinoamericano.

A principios de los 90 es popularizado en el campo del management por autores como Don Tapscott, que promueve la capacidad de los empleados para tomar decisiones sin consultarlas con los altos directivos. Eso supone un avance en relación a los ensayos que se hicieron en los ochenta con los círculos de calidad y los de participación, donde las decisiones de los llamados grupos autónomos tenían que consultarse con la alta gerencia. Es una herramienta de la calidad total que en los modelos de mejora continua y
reingeniería provee de elementos para fortalecer los procesos que llevan a las empresas a la excelencia.

Hoy esos ideales de colaboración, transparencia, conocimientos compartidos y proactividad se encarnan en la red como acción global que permite a sujetos y colectivos el sueño de apoderarse y tener un mayor control de sus vidas y sus proyectos. Tapscott recogió el termino prosumo – contracción de producción y consumo-  planteado por Toffler en 1980 (La Tercera Ola), que designa cómo los clientes participan en la creación de productos de un modo activo y continuado. Los usuarios se organizan para crear sus propios artículos, formando comunidades de prosumidores en las que comparten información, intercambian y desarrollan herramientas y métodos y nuevas versiones del producto (markets are conversation). Los proyectos de la Web 2.0 (redes sociales) son ejemplos de este sistema de trabajo.

No es casual que el propio Don Tapscott, acuñador del concepto de “economía digital” y autor de dos best-sellers como “Wikinomics” y “Grown up digital” se haya consolidado como el gurú de este modelo colaborativo, opuesto a la jerarquía y que encuentra en la red el escenario privilegiado para este empowerment.

A la idea de gobierno tradicional, él opone la idea de un gobierno plataforma que “libera información, a ciudadanos y empresas, para que puedan organizarse autónomamente y crear valor público”. Su idea no está muy alejada de los movimientos sociales de indignados que apuestan por la idea de un gobierno-asamblea.

Los hijos de la luz

Si bien Rappaport fue el impulsor contemporáneo del concepto de empowerment, sus orígenes son más antiguos y nos ilustran bien sobre su uso actual. El primer uso de empower lo encontramos a mediados del s.XVII en la colonia inglesa de la actual Pensilvania. William Penn, ilustre cuáquero inglés, había constituido la colonia, por cesión del rey inglés, y fundado la capital a la que puso el nombre de “amor fraternal”: Filadelfia.

Los cuáqueros, tolerantes y pacifistas, conocidos por su defensa de las obras de acción social y a favor de los derechos humanos, rechazaban cualquier mediación entre Dios y el hombre, afirmando la doctrina de la “luz interior” que sostenía que Dios se comunica con naturalidad con sus criaturas. Voltaire, en la carta filosófica dedicada a los cuáqueros, se admira de que tuteen al soberano, carezcan de sacerdotes y de armas, y sean ciudadanos iguales ante las leyes y “vecinos sin envidias”.

Durante setenta años la colonia cuáquera llevó a cabo lo que se conoció como “El Santo experimento” (Holy Experiment) basado en una organización política animada por ese amor fraternal, rechazando cualquier forma de jerarquía, reivindicando la igualdad social y especialmente la reivindicación de la dignidad de la mujer y su participación en la vida pública. La fórmula de gobierno se basaba en una asamblea donde participaban, en igualdad de condiciones, todos los pobladores. El final de esta arcadia se produce por el mestizaje con colonos no cuáqueros y por la disminución del celo religioso de los antiguos, a medida que aumentaba su progreso material.

Su influencia en la libertad de cultos incluida en la futura Constitución de los EEUU y en el radicalismo político de sectores antiautoritarios ha sido evidente: feministas, black power, gays y lesbianas. No menor fue su influencia en las tesis, ya mencionadas, del management actual. La práctica que promovió William Penn de las businnes meetings, asambleas de construcción colaborativa de propuestas –y que hoy conservan todavía los cuáqueros- ha sido asumida por numerosas organizaciones de negocios bajo el nombre de “toma de decisiones por consenso”, prácticas ya implementadas por los nativos iroqueses de Pensilvania y que ahora vemos retornar en el negación del político como autoridad, ese mediador que la religión cuáquera, los hijos de la luz, siempre consideró prescindible e incluso obturador de esa luz interior que nace en cada uno.


Las paradojas del empowerment

Los movimientos sociales que se apoderaron de este término establecieron como primer paso para alcanzar su empowerment la redefinición de su identidad, hasta entonces denotada negativamente, por oposición a la norma social. Mujeres, negros, homosexuales, pobres, constituyeron una identidad positiva que les permitiese apoderarse de su contexto y desarrollar nuevas relaciones de poder. La paradoja, que la propia Judith Butler señala, es que esas nuevas identidades constreñían sus estilos de vida y, al crear nuevas reglas, los desempoderaban y los volvían vulnerables a esas nuevas identidades. El mismo proceso ha sido descrito por antropólogos como Carles Feixa para indicar como los jóvenes latinos se han visto conminados a reproducir, en su identidad con lo latino, la misma segregación a la que querían combatir.

En el ámbito político, el fracaso del Holy Experiment y las contradicciones de todas las propuestas antiautoritarias posteriores muestran los límites de esa idea “original” del amor fraternal y de desconfianza en la élite letrada, tan propia del igualitarismo fundacional norteamericano (Hofstadter). Hoy vemos la paradoja en esos movimientos de indignados, que agrupan colectivos diversos (desencantados de la izquierda, grupos sociales desfavorecidos), a la espera de un amo “capaz de producir el Acto alejado del bla bla bla gerencial de la “gobernanza” (Guéguen) y que vaya en la dirección de la reconexión del lazo social.

El ámbito del management, donde el término ha tenido un éxito relevante, no es ajeno al surgimiento de las contradicciones que implica ese ideal de “toma de decisiones por consenso” en un momento de crisis profunda del sistema, con relaciones laborales basadas en un modelo de capitalismo salvaje.

Las redes sociales, otro ámbito privilegiado del empowerment, ofrecen también paradojas como es el caso de los intercambios en la red de pares (peer to peer) donde es el objeto voz quien comanda, a partir del imperativo Goza! Los síntomas más frecuentes de la adicción y la fetichización son buena muestra de ello (Brousse).

Todas estas paradojas surgen, sin duda de la idea de yo autónomo que preside el anhelo de Penn y que fundamenta la creación del pueblo americano. La alianza entre la fe, el trabajo y la autoayuda han dado forma a un homo psicologicus y a una “sociedad terapéutica” (Rieff) en la que la psicología del yo encontró su mejor acogida.

El propio término ya introduce la paradoja intrínseca a la autonomía y su relación a la heteronimia: empower es dar poder a otro, apoderar. La elisión de la alteridad, presente en esta autosuficiencia, retorna en el poder omnímodo de los expertos, tecnocracia de la hipergestión que se disfraza bajo la acefalia de sus procedimientos de consenso. Como se preguntaba recientemente Eric Laurent: a propósito del déficit de encarnación del lugar de la excepción:”¿La pasión democrática acabará con la “pasión del poder”?”.

Referencias
Brousse, M.H. (2011). “El Super-yo bajo la lógica del peer to peer. Variaciones clínicas”, en Freudiana núm. 62, pg. 34-43. Barcelona: CdC-ELP.
Feixa, C. (2006). Jóvenes "latinos" en Barcelona: espacio público y cultura urbana. Barcelona: Anthropos
Guéguen, P.G. (2011). “Le parti du non, le “Tea Party” et “Occupy Wall Street” en Lacan Quotidien nº 105. 2 de diciembre http://www.lacanquotidien.fr
Hofstadter, R. (1969). El anti-intelectualismo en la vida norteamericana. Madrid: Taurus
Laurent, E. (2011). « L’Entrelacs de l’Incarnation » en Lacan Quotidien nº 96. 23 de noviembre http://www.lacanquotidien.fr

Levine, R. et alt. (2009). El Manifiesto Cluetrain: el fin de la empresa. Bilbao:Deusto

Rappaport, J. (1981). “In praise of paradox: a social policy of empowerment over prevention”. American Journal of Community Psychology, 15, 121-148.
Rieff, Ph. (1966). The Triumph of the Terapeutic: Uses of Faith After Freud. University of Chicago Press
Speck, A. (2001) .“Collective Identities: Trap or Tool for Empowerment?” http://www.wri-irg.org/nonviolence/nvse04-en.htm
Tapscott, Don (1997). La era digital. Barcelona: McGraw Hill
Voltaire (1976). Cartas Filosóficas. Madrid:Editorial Nacional


José Ramón Ubieto