jueves, 29 de junio de 2017

Adolescentes: las pantallas y el cuerpo*





Las prácticas de grupo son una de las maneras clásicas de evitar afrontar en soledad la metamorfosis de la pubertad. Ese cuerpo del Otro, inaccesible, puede encontrar allí una encarnación. El inventario de esas prácticas es largo. A las clásicas de la pandilla, los grupos lúdicos, las bandas violentas se suman hoy las performances públicas (botellón, Pokemon go, flashmob), los nuevos lazos sociales promovidos por el fanatismo (yihadismo), las comunidades de afectados por un rasgo de goce (LGTBI, TDAH, ...) y por supuesto las comunidades virtuales.

Sabemos que el catalogo de las pulsiones está cerrado pero su lectura, a partir de la actualidad de los semblantes, nos obliga a renovar su abordaje en la clínica. La realidad digital plantea así algunas novedades que inciden en el goce del ser hablante, constituyéndose como un nuevo soporte pulsional.

Por una parte, como destaca Miller, esta nueva realidad plantea una diversidad infinita de posibilidades, lo que abre a la realización fantasmática y al tiempo puede producir una cierta procastinación por la dificultad del sujeto para concluir.
La pantalla exacerba los impulsos y permite la ilusión de completitud por el objeto fantasmático, personalizado y extraíble a su capricho.

Un paciente joven, adicto al porno online, justifica así su compulsión: “la ventaja de hacerlo así –dice- es que nunca tienes problemas, cuando te ralla apagas y te vuelves a conectar ‘a la carta’”.

Por otro lado, la realidad digital comprime el tiempo y el espacio produciendo una satisfacción inmediata (es el caso p.e. de las apuestas online) que los atrapa en una repetición infinita. La diversidad de escenarios fantasmáticos obliga al sujeto a una actuación permanente y al tiempo impide la experiencia de vacío que queda taponada por la adicción.

En los jóvenes yihadistas el sujeto se identifica como servidor del deseo de Alá y se vuelve agente de la voluntad de muerte. Eso supone el narcisismo de la causa triunfante, a diferencia de la causa perdida que presupone la castración. La identificación a esa voluntad, como S1 que orienta al sujeto, parecería confirmar esa nueva alianza entre la identificación y la pulsión, aquí agresiva. El cortocircuito del padre es claro y en su lugar está “el Dios Uno y único, sin dialéctica y sin compromisos”.

Nuestra hipótesis de investigación, siguiendo esta orientación, es que las pantallas, como nuevo soporte pulsional, promueven también esa nueva identificación que, en algunos casos y sin ningún ánimo de generalización, puede conducir al sujeto a una identificación con el objeto pulsional, en términos de voluntad tanática. 

*Extractos de la intervención en la Jornada "Adolescentes ¿sin normas?", organizada por la ELP - Catalunya (27/5/17). Próxima publicación en la revista Freudiana num. 80




[1] Los varones que se excitan cuerpo a cuerpo o la figura de “la mejor amiga” para ellas.