jueves, 31 de marzo de 2016

¿Cómo puedo saber si mi hijo es hiperactivo?

  • Vivimos en una época donde se esperan los resultados rápidos y falta paciencia para que se recorra el camino | Los niños se ven atrapados en esta dinámica



¿Cómo puedo saber si mi hijo es hiperactivo?
(Getty)








Niños movidos y desatentos en relación a los aprendizajes ha habido siempre. La novedad ahora radica en la mentalidad contemporánea, ligada a la prisa y a una noción del tiempo que no contempla la espera ni la pausa necesaria para comprender qué hacemos o qué queremos hacer.
Por eso el aumento de niños diagnosticados de hiperactividad, y en muchos casos medicados con psicoestimulantes, no sería pensable sin esa idea tan actual de que hay que ir corriendo, sin parar, para poder evitarnos la pérdida del tiempo.

Así cultivamos la ilusión que sumando actividades extraescolares o extra laborales llenaremos todos los vacíos de nuestras vidas en un estado de apresuramiento tan aceptado socialmente en nuestra época.

martes, 15 de marzo de 2016

Dossier: Psicoanálisis de Hamlet. Una tragedia del deseo



La Vanguardia. Cultura(s) | Sábado, 12 de marzo 2016



Una tragedia del deseo
José R. Ubieto

Resumamos la obra: el rey de Dinamarca, padre de Hamlet, ha sido asesinado por su hermano Claudio, que consigue así acceder al trono y casarse con Gertrudis, madre de Hamlet. El espectro del rey muerto se le aparece al hijo y le encarga que vengue su muerte. Hamlet regaña a su madre por casarse con Claudio, y traicionar así a su padre, mientras idea estrategias para desenmascararlo. El tío, advertido, lo envía a Inglaterra con ánimo de deshacerse de él pero Hamlet sobrevive y vuelve a palacio. Allí conoce la muerte de su amada Ofelia y se encuentra con Laertes, ansioso de vengar las muertes de su padre, Polonio, y su hermana Ofelia. Se prepara un duelo entre ambos y los dos mueren, pero antes Hamlet mata a su tío Claudio.

¿Hamlet: héroe contemporáneo?
El texto de presentación de la reciente versión de Hamlet, dirigida por Pau Carrió en el Teatre Lliure, se pregunta por la cobardía contemporánea ante los abusos, la violencia o la corrupción. Nos sitúa a todos como potenciales Hamlets. Y no le falta razón porque nosotros como él, y a diferencia de Edipo que actúa como héroe precisamente por su no saber, sabemos demasiado.

O mejor dicho, no queremos saber que todos esos abusos no hacen sino velar que no hay padre ni ninguna otra figura protectora que nos ahorre el encuentro con nuestra propia falta, nuestras limitaciones y nuestros fantasmas. La materia de la que estamos hechos los humanos es frágil y el sueño de evitar ese vacío nos conduce a la servidumbre voluntaria y a sostener a figuras que, como el Claudio de la tragedia, encarnan el abuso de poder.

Hamlet se detiene ante su acto no por miedo, sino porque sabe que a quien tiene que castigar no es al ser despreciable de su tío usurpador, si no a Claudio en tanto hombre que encarna mejor que nadie la potencia fálica. Alguien que no se siente sometido a ninguna regla y se burla de los límites, tan propios de la condición humana.

sábado, 12 de marzo de 2016

jueves, 10 de marzo de 2016

Soportar la presión









La Vanguardia. Tendencias, jueves 10 de marzo de 2016


«Odio el tenis, lo detesto con una oscura y secreta pasión, y sin embargo sigo jugando porque no tengo alternativa. Y ese abismo, esa contradicción entre lo que quiero hacer y lo que de hecho hago, es la esencia de mi vida.» Con estas palabras describe, de manera brillante, el tenista Andre Agassi en sus memorias (Open) la paradoja misma de la presión psicológica.

Apenas un bebé, ya recibió de su padre una raqueta y un deseo que rápidamente hizo suyo: ser el mejor para no defraudarlo nunca.  Como en una de esas bandas de Möbius dibujadas por Escher, cintas de una sola cara y un solo borde, la presión se inicia en el exterior pero se desliza, sin apenas percibirlo, al interior.

De la presión externa uno siempre puede huir, dejar su trabajo, cambiar de equipo o alejarse del familiar que no deja de intimidarle. Pero ¿cómo huir de sí mismo, de ese deseo construido a partir del deseo del otro? ¿Cómo liberarse de la devoción, asumida, de millones de espectadores que esperan que su ídolo no falle el penalti? O simplemente ¿cómo no decepcionar a tus padres que te pagaron el carné de conducir o el máster?