“De nuestra posición de sujeto somos siempre
responsables. Llamen a esto terrorismo donde quieran. ...La posición de psicoanalista
no deja escapatoria, puesto que excluye la ternura del alma bella. ...toda
tentativa, o tentación de encarnar más allá el sujeto es errancia... Así
encarnarlo en el hombre, el cual regresa con ello al niño. Pues ese hombre será
allí el primitivo...del mismo modo que el niño desempeñará el papel de
subdesarrollado, lo cual enmascarará la verdad de lo que sucede de original en
la infancia. "
J. Lacan. La ciencia y la verdad (1965)
El TDAH empezó a
diagnosticarse en la infancia y adolescencia, entre los 7 y los 16 años. Luego
se añadieron los adultos ya que se consideraba que el 50% de los niños
hiperactivos seguirían siéndolo de adultos. Hoy esa clasificación diagnóstica
empieza a no tener límites: el niño hiperactivo lo es ya desde los dos años y lo
sigue siendo hasta su muerte, bien entrada la vejez. Es un ejemplo claro de esa
tesis lacaniana del “niño generalizado” ya que además, y como no se cansan de
repetir algunos, sin fundamento ninguno, “el TDAH es un trastorno de carácter neurobiológico originado
en la infancia”, por lo que el sujeto no se hace responsable de esa agitación
corporal.
Los cambios
introducidos en el año 2104 en el sistema escolar norteamericano permitieron la
incorporación en escuelas públicas a niños y niñas de 3 a 5 años. Ello ha
supuesto el avance del diagnostico de TDAH en esas edades preescolares.
La Academia Americana de Pediatría aconseja adelantar la detección a edades tempranas para así prevenir mejor los futuros fracasos escolares. Traducido en cifras ha supuesto que el aumento de diagnósticos en escuelas públicas haya sido, tras la ampliación, de un 59% mientras que en las escuelas de clase media de un 10%[i]. Actualmente y según el CDC (Center for Disease Control and Prevention) en los EEUU hay 10.000 niños de entre 2 y 3 años incluidos en el programa público Medicaid diagnosticados y medicados con Adderall (psicoestimulante anfetamínico) a los que habría que añadir 4.000 más de los seguros privados. Se trata del primer informe realizado sobre el uso de la medicación con menores de 4 años[ii].
La Academia Americana de Pediatría aconseja adelantar la detección a edades tempranas para así prevenir mejor los futuros fracasos escolares. Traducido en cifras ha supuesto que el aumento de diagnósticos en escuelas públicas haya sido, tras la ampliación, de un 59% mientras que en las escuelas de clase media de un 10%[i]. Actualmente y según el CDC (Center for Disease Control and Prevention) en los EEUU hay 10.000 niños de entre 2 y 3 años incluidos en el programa público Medicaid diagnosticados y medicados con Adderall (psicoestimulante anfetamínico) a los que habría que añadir 4.000 más de los seguros privados. Se trata del primer informe realizado sobre el uso de la medicación con menores de 4 años[ii].
Resulta
especialmente grave la administración de estos fármacos en edades tan tempranas
cuando no existe ningún estudio que avale su eficacia y sus riesgos. El único
estudio existente se realizo en 2006 sobre niños de 3 años medicados con
metilfenidato y con tan sólo una muestra de 12 niños [iii] estando además
confirmado el conflicto de intereses de los investigadores que recibían
subvenciones regulares por parte de la industria farmacéutica.
Eso no impide
que psicólogos de renombre como el propio Keith Conners hayan comentado la
idoneidad, en algunos casos, de dar medicación psiocestimulante a bebés para
mejorar su atención[iv]. Llama también
la atención que sean los niños de medios desfavorecidos –atendidos por el
Medicaid- los que presenten mayor prevalencia del diagnostico obviando que las
condiciones de vida (violencia familiar, abuso de sustancias por parte de los
padres, precariedad económica) son factores ambientales que contribuyen sin
duda a esa inquietud e hiperactividad reactiva.
Es sabido
también que el mes de nacimiento tiene una influencia importante en la
prevalencia del diagnostico. Al ya conocido estudio americano de 2010[v] se añade uno
más reciente, realizado en Taiwan, donde se confirma que los niños y niñas que
nacen en el último mes de cierre del curso escolar presentan tasas de
prevalencia significativamente mayores que los nacidos en el primer mes del
curso[vi]. Estas
diferencias se hacen más evidentes, lógicamente, en las edades tempranas de
preescolar.
Esta ampliación
por abajo va paralela a la de la tercera edad. Una mujer de 73 años visita a un
eminente psiquiatra, el Dr. Goodman, director de un centro privado en Baltimore
y profesor de la facultad de Medicina de la John Hopkins University. Le explica
que pierde la memoria y a veces olvida las llaves. Su hija, que le ha
aconsejado la vista, y su nieta ya están diagnosticadas y medicadas con Adderall. En la anamnesis recuerda que
de adolescente garabateaba, para combatir el aburrimiento, mientras el profesor
dictaba la clase. Ahora que ya ha sido diagnosticada y medicada con Vyvanse, un psicoestimulante, ha
comprendido lo que fue su vida anterior.
Como nos enseño
otro Goodman, en este caso el filósofo y lógico, con su concepto de clase, una
vez que un sujeto se incluye en esa nueva categoría resignifica su pasado,
construye su presente y anticipa su futuro[vii]. Sólo una
semana más tarde ésta paciente ya no olvidaba sus llaves ni tenía pérdidas de
memoria. Unos años antes, en 2012, ya se publicó en Holanda un estudio con
adultos mayores de 60 años que confirmaba una prevalencia creciente de un 3%.
Esta deriva nos
plantea de nuevo interrogantes sobre el porvenir de esa supuesta
normalidad adulta. El universo TDAH no deja de ser una manera de considerar
como un trastorno, por tanto conductas patológicas, todo un espectro de
comportamientos humanos que en el pasado se han considerado parte de la
normalidad, siempre diversa. ¿Vamos pues hacia una mayor aceptación de esas
diferencias y de esa diversidad o a la patologización de lo singular y por
tanto a su clasificación y medicalización?
Este sinlímites del diagnóstico es coherente
con la degradación de la palabra como vínculo terapéutico y elide la
responsabilidad inherente a nuestra condición de sujeto. Apelar hoy a ella
todavía parece, como en la cita que encabeza el post, terrorismo intelectual
pero es lo único que nos puede librar de ese destino de segregación que supone
anular aquello más singular de cada uno, las razones particulares de su
agitación o desatención corporal, en beneficio de una uniformidad concentrada y
clasificada.
[i]
Stephen P. Hinshaw; Richard M. Scheffler. La explosion del
TDAH. http://adhdexplosion.com/stephen-p-hinshaw/
[ii]
Susanna Visser, DrPH: CDC, National Center on Birth Defects and Developmental
Disabilities “The epidemiology of attention-deficit/hyperactivity disorder “ https://www.cartercenter.org/resources/pdfs/health/mental_health/2014-mental-health-forum-power-point-presentations.pdf
[iii] Preschoolers with ADHD Improve with Low Doses of Medication. http://www.nimh.nih.gov/news/science-news/2006/preschoolers-with-adhd-improve-with-low-doses-of-medication.shtml
[iv] . “Thousands
of Toddlers Are Medicated for A.D.H.D., Report Finds, Raising Worries”. New
York Times, 16 de mayo de 2014. http://www.nytimes.com/2014/05/17/us/among-experts-scrutiny-of-attention-disorder-diagnoses-in-2-and-3-year-olds.html
[v] Todd E. Elder. The Importance of Relative Standards in ADHD Diagnoses: Evidence Based on Exact Birth Dates. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2933294/#__ffn_sectitle
[vi] Mu-Hong Chen and others. “Influence of Relative Age on Diagnosis and Treatment of Attention-Deficit Hyperactivity Disorder in Taiwanese Children”. The Journal of Pediatrics. May 2016 Volume 172, Pages 162–167. http://www.jpeds.com/article/S0022-3476%2816%2900160-8/abstract
[vii] Nelson Goodman (2009). Maneras de hacer mundos. Madrid: Visor
editorial.