viernes, 29 de octubre de 2010

¿Cómo se orientan los adolescentes en la red?

LA VANGUARDIA, Tendencias / Viernes, 29 de octubre de 2010

José R. Ubieto. Psicólogo clínico y Psicoanalista

Cada día resulta más frecuente leer noticias, algunas dramáticas como el caso de la niña chantajeada en Facebook, sobre niños y adolescentes referidas a esos nuevos territorios que habitan, en este caso territorios virtuales: Internet, móviles,.. La comunidad virtual trasciende las fronteras de espacio y tiempo para reunir a adolescentes de manera frecuente a través de conversaciones permanentes (chats, foros, SMS), de competiciones (juegos online) o de formulas de encuentro (quedadas online).

Lo interesante es que cada vez más se cruzan los territorios, reales y virtuales, hasta el punto de cierta indistinción, ¿qué hay más real que las largas conversaciones por móvil o los cientos de sms compartidos? La calle y la pantalla se retroalimentan sobre todo a través de esas filmaciones que terminan en Youtube, el gran foro global.

Los jóvenes usan la tecnología como siempre hicimos con los objetos a nuestro alcance, con un doble objetivo. Por un lado, obtener una satisfacción autoerótica, ligada al propio cuerpo, y por otro propiciar la conexión al otro. Salvo excepciones patológicas (fenómenos adictivos o de reclusión) donde el uso es claramente autodestructivo, las nuevas tecnologías interactúan entre la soledad del internauta y el lazo social. Por eso hay espacios de franja entre ambas realidades como los locutorios, los juegos online de equipo, el uso de las webcams, las cadenas de mensaje, todos ellos lugares de cita.

Freud ya nos advertía, en “El malestar en la cultura”, que el hombre, con sus herramientas, ampliaba el poder de sus órganos, al tiempo que su capacidad de destrucción (armas). Las redes sociales -desde el viejo Messenger hasta los actuales Facebook o Twitter – ayudan también a atemperar la angustia de esa soledad del sujeto, a veces sin otra comunidad de pertenencia más sólida.

Nuestra experiencia en el proyecto de trabajo en red, Interxarxes, nos ha enseñado que toda red, además de la función de apoyo y sostén, puede ser también una trampa. La paradoja que revelan estas redes es que la liberación que prometían, al permitir la transparencia y la total exhibición, contiene también un lado oscuro. Ese “destape” no sólo está permitido sino que además deviene obligatorio y allí está la trampa. Es el caso de la nueva web justspotted.com donde los famosos están localizados en tiempo real gracias a los colaboradores voluntarios que los persiguen cámara en ristre en todo el mundo, como si llevasen un GPS injertado. Los stars aparecen “enjaulados” en un mapamundi virtual y a expensas de quien quiera seguirlos.

Nos imaginábamos viviendo en la era de la imagen pero quizás deberíamos pensar que lo hacemos en la era de la mirada, donde a veces gozamos con ella pero otras, cuando somos mirados, nos inquieta porque nos sobrepasa. Parece, como señala el psicoanalista francés Gérard Wajcman, el régimen de “El ojo absoluto”

Fenómenos como el sexting (envío de fotos privadas de carácter erótico), el ciberbullying (acoso e intimidación) o la paidofilia online, muestran como esa realidad necesita crear su propia regulación. Los niños y adolescentes son los más vulnerables frente a las novedades de esta realidad virtual y es por eso que conviene ayudarles en el manejo de esos nuevos objetos, no en el uso técnico, donde ellos rápidamente encuentran la clave, pero si en el cálculo que conviene hacer de sus consecuencias, presentes y fururas.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿Vamos hacia un modelo de “tratamiento único” del malestar psíquico?

Publicado en Revista del COPC nº 226, Octubre/Novembre 2010, pp. 9-13

José R. Ubieto

Si tomamos como referencia la serie de guías de práctica clínica (GPC), editadas por los organismos oficiales, sobre las diferentes patologías mentales así como recientes documentos en el ámbito catalán (psicoterapia en la red pública, programas de soporte a la atención primaria) parece dibujarse un horizonte claramente tendiente al tratamiento único basado en la combinación de psicoeducación (enfoques cognitivo-conductuales) y psicofármacos, excluyendo todos los otros tratamientos posibles (psicoanalítico, psicodinámico, sistémico,..).

Es, por tanto, una buena ocasión para suscitar un debate abierto, dentro de las reglas de la disputatio cortes, en estas mismas páginas y en el ámbito colegial del CGCOP de España. Un debate acerca del futuro de la psicología que defina si optamos por mantener la pluralidad de enfoques como reconocimiento de la diversidad de tratamientos válidos del malestar psíquico y como opción democrática de los propios sujetos a elegir el tratamiento que desean, o bien aceptamos ese reduccionismo del tratamiento único.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hay que recordar que en la tradición psi, la cohabitación pacífica de los diferentes abordajes ha sido la norma. Es desde hace algunos años que desde algunos departamentos universitarios, con la complicidad de la industria farmacéutica (financiadora de muchos cursos y proyectos) y de algunos gestores públicos, animados todos por la supuesta “rentabilidad”, que se promueve esta unicidad del tratamiento.

LEER ARTICULO COMPLETO: http://www.copc.cat/images/revista/Revistaoctubrenovembre.pdf


miércoles, 13 de octubre de 2010

MADRE Y MUJER *


José R. Ubieto

¿Existe el instinto maternal?

A juzgar por las “imágenes y símbolos de la mujer” (Lacan) pareciera que en ciertos sectores ideológicos los lazos biológicos siguen siendo sagrados y la reducción de la mujer a la madre un destino universal de la sexualidad femenina. Sin embargo es un hecho que para las mujeres, hoy la relación con la maternidad y con los hombres no se presenta igual: la significación fálica, el valor libidinal de sus bienes, hijos incluidos, ha cambiado. Lo cual no excluye las paradojas y contradicciones, como sucede con el ideal de mujer independiente, madre tardía, y el notable aumento, a su vez, de los embarazos adolescentes. O su incidencia en las formas en que se plantean la propia maternidad: ¿sola o en pareja?

La maternidad es más bien una elección subjetiva, respuesta posible, entre otras, para la mujer en relación a un deseo. Y si es una respuesta es porque hay una falta, algo que interroga el ser femenino y el niño vendría a colmar esa falta, a dar una respuesta a esa pregunta tan freudiana ¿qué quiere una mujer?

Para Freud, el deseo de falo es lo que conduce a la mujer a la búsqueda del hijo y si la mujer acepta la ley de prohibición del incesto, habrá una falla necesaria en el narcisismo, lo que hará posible la sustitución de falo por hijo. Lacan parte, en cambio, del goce y allí no hay un (-) sino un (+) como plus de gozar e insiste en la maternidad como falsa salida e incluso –dice- como patología, si de lo que se trata, con ella, es esquivar el no tener deviniendo madre por no poder ser mujer. De esta manera, la maternidad se vuelve una forma de suplencia a La Mujer que no existe y funciona como tapón del no-toda.

Madres e hijas: el estrago

¿De qué resto se trata, entonces, si la maternidad mantiene esa insatisfacción en relación a lo femenino? Freud abordó ya esta cuestión en términos de "odio de la madre", fuente del sentimiento de persecución en la niña. Es un reproche en clave fálica pero Lacan será más radical y esta hostilidad de la niña va a ser la fuente del estrago en la relación madre-hija, versión femenina del síntoma.

El estrago no es un asunto de madres malvadas, sino de hacer de lo imposible de esa armonía sexual algo insoportable, que adquiere estatuto patológico cuando funciona como mecanismo regresivo cada vez que surge una vacilación ante la asunción de la posición femenina (ruptura amorosa, fracaso profesional, maternidad). Es allí que surge la tentación de hacer del goce suplementario (femenino) un goce complementario que privilegia el objeto único, en su condición de fetiche. No es por tanto un síntoma a curar sino un hecho de estructura que pone de manifiesto que la sustancia (esencia) femenina no es transmisible.

El fundamento del estrago es la insatisfacción, y estamos entonces en el terreno del goce, allí donde ubicamos la dimensión del odio. Consiste en una fijación a la ligazón-madre preedípica, figura maternal todopoderosa, y a eso se refiere Lacan con lo que llama esperar subsistencia de la madre, es decir, no soltarse de esa posición. No abandonar la ligazón-madre es quedar condenada a la decepción y la hostilidad.

Como el marido hereda esas malas relaciones, encontramos aquí otra forma del estrago cuando la mujer accede a ocupar el lugar de objeto del fantasma del partener-estrago sin “limites a las concesiones que una mujer puede hacer por un hombre”. Este sacrificio de la mujer tiene sin duda un beneficio identitario claro que la hace además única para su partner (es el drama que escuchamos en muchas mujeres maltratadas). Esa exigencia de ser amada como la única, infinitiza la espera de un signo de amor que nunca llega y que a veces desemboca en lo peor. Aquí el ser amada anula su castración, su soledad en el goce femenino.

Así como no es posible construir un universal de las mujeres, tampoco es posible determinar cómo ser madre. Una por una, cada mujer se sitúa frente a la maternidad por la aceptación o por el rechazo ; como madre del deber o del deseo dentro del régimen fálico; por su amor o por su odio; desde una posición masculina o femenina.

*Resumen de la conferencia dictada por el autor el 4 de Diciembre de 2010 en el Ciclo "Las mujeres y el psicoanálisis" organizado en Madrid por el NUCEP

martes, 5 de octubre de 2010

¿Qué significa hoy ser rebelde?

LA VANGUARDIA, Tendencias / Lunes, 4 de octubre de 2010

José R. Ubieto. Psicólogo clínico y Psicoanalista


Cada generación tiene su propia “marca biográfica”, ese hecho colectivo que está presente en buena parte de su vida, sea una guerra, una postguerra, la caída de una dictadura una catástrofe natural o un atentado terrorista. Cada uno luego deberá hacerlo suyo y vivir con eso, con respuestas diversas, desde la resignación hasta el afrontamiento.

La generación de nuestros jóvenes y adolescentes tiene como particularidad haber nacido y vivido en el bienestar, sin conocer, hasta hace poco, privación alguna (excepciones aparte). Junto a ello comparten el hecho digital como acontecimiento global que ha marcado y marcara su vida.

Su futuro ya es otra cosa porque todo indica que los pronósticos de los sociólogos van camino de cumplirse: será la primera generación que vivirá peor que sus padres, con mayor precariedad (laboral, vivienda,..).

Y además esa promesa del Don’t worry, be happy se ensombrece con los desafíos existentes, sostenibilidad, guerras, convivencia social,..Allí tienen sus causas y por eso la rebeldía que muchos de ellos muestran es legítima y necesaria para la sociedad, la mantiene viva y fuerza el debate sobre aquello instituido que tiende a la inercia. A esa rebeldía se suma la propia de la edad, esa que contribuye a la emancipación.

La cuestión hoy son las formas que toma esa rebeldía, los canales que encuentra para manifestarse. Tradicionalmente las vías estaban abiertas por las generaciones anteriores y los jóvenes se sumaban a ellas con su propio estilo. Vías políticas, religiosas, culturales o incluso deportivas. Hoy esas referencias intergeneracionales han perdido buena parte de su peso, ni siquiera los partidos políticos mas afines son capaces de acoger esas manifestaciones que los desbordan.

Esa ruptura con la historia provoca efectos nuevos y uno de ellos es el abandono a sí mismos en que se encuentran estos movimientos, que huérfanos de otras referencias, se acogen al prefijo anti como bandera colectiva. La psicología de las masas nos enseña que estar en contra de algo o de alguien es un principio de la constitución de un movimiento, y de entrada puede ser muy productivo (lo vemos en la política misma, en extrañas alianzas), pero es claramente insuficiente para construir un futuro. Y lo peor es que ese ideal ausente cede el lugar de mando a la satisfacción de la destrucción del otro o de los objetos, ese goce que parece formar una comunidad que corre el riesgo de no tener otro lazo que la expresión de ese odio colectivo.

No es casual que bajo esa bandera encontremos figuras tan diferentes como los jóvenes bienintencionados que denuncian las injusticias del sistema y junto a ellos toda una panoplia de personajes muy precarios, desinsertados de sus vínculos familiares, laborales y sostenidos muchas veces por consumos de tóxicos. Sin olvidar a los que hacen ganancia del rio revuelto y usan en su propio beneficio la protesta.

Criminalizarlos y homogeneizar las respuestas sólo generará más violencia y segregación. Tampoco parece que abandonarlos a su propia destrucción, dejarlos impunes a ese odio de sí mismos, odio por lo que a cada uno le resulta insoportable de su propia existencia, sea una buena salida.

Podemos, en cambio, aprender de la experiencia clínica y educativa que nos muestra como esos jóvenes rebeldes son los primeros interesados en encontrar un partener adulto para construir ese futuro que les inquieta. Dar lugar a su rebeldía y limitar los efectos destructivos no deben ser excluyentes.